Las clases en Alemania
¿Cómo es la educación en otros
países? Los posts relacionados con esta pregunta son los que suelen llamar más
mi atención, especialmente, si la fuente de esa información proviene de una
persona que lo ha vivido desde dentro.
Por suerte, dos de mis amigas se
han ido a dar clases a Alemania y les he preguntado lo que más le ha llamado la
atención a cada una. (Recordemos que se basa en sus experiencias personales y
no en cómo es la educación en toda Alemania).
La primera de ellas se encuentra haciendo un voluntariado en un colegio de libre aprendizaje (Freie Schule) que comprende desde los cinco años hasta los dieciséis. Este colegio se preocupa mucho por la atención a la diversidad: cuenta con niños autistas, con síndrome de Down, discapacidades físicas,... Me pareció muy curioso lo que me contó ya que, al menos durante los primeros años, no se suele dar teoría como tal, sino que aprenden las cosas a través de juegos y actividades prácticas. Existen clases en las que se dividen por edad, pero lo cierto es que realmente se encuentran muy mezclados ya que todo el mundo tiene como obligación interactuar con el resto al menos dos o tres veces al día. Como todo, tiene sus inconvenientes (los niños son más dados a decir palabrotas antes) y sus ventajas (los mayores les intentan transmitir sus propios conocimientos a los más pequeños a través de juegos, se muestran voluntarios a la hora de ayudar a los profesores a preparar las actividades, crean un clima de confianza y se sienten parte de una comunidad).
Las clases se dividen en primero, 5
años, hasta quinto o sexto, donde comienzan a decidir si quieren ir a ayudar a
los pequeños o a aprender con los mayores. Una vez cumplen dieciséis años se
gradúan y pueden elegir entre hacer nuestro equivalente a Bachillerato,
Formación Profesional o una tercera opción que, sintiéndolo mucho, no he sido
capaz de comprender del todo (prefiero que busquéis vosotros más información si
estáis interesados a poner información incorrecta, srry).
Por la mañana, los niños se sientan
en un círculo junto con los profesores y exponen lo que quieren hacer ese día («hoy
yo quiero hacer matemáticas y escribir») y esas serán las actividades que realice
a lo largo del día, ayudado de uno o varios profesores. Mi amiga, por ejemplo,
puede hacer todas las tareas de un profesor y de hecho ha enseñado a los niños
inglés, matemáticas y escritura, entre otras. También podría ayudar con
español, si algún niño lo dijera en el círculo de la mañana o proponerlo ella
misma en ese círculo, puesto que a los niños pequeños puede que no se les
ocurra. En caso de que algún niño no tenga claro qué quiere hacer ese día, los
profesores siempre tendrán sugerencias: matemáticas, lengua, inglés, deporte,
ciencias naturales, etc. Por otro lado, una asignatura que le llamó la atención
de los mayores fue Política, en la que los estudiantes aprenden cómo funciona
la propaganda de sus partidos políticos, se interesan por las noticias y
debaten sobre ellas en clase.
Como pequeño aparte, me ha contado que
una amiga suya que trabaja en un colegio tradicional le explicó la medida que
tomó su centro ante unos chavales que hicieron apología del nazismo. Ante un tema
tan sensible como este (mucho más en Alemania) uno podría esperar un castigo
ejemplar. Sin embargo, lo que hicieron los profesores fue realizar charlas en
las que mostraban a sus alumnos lo que realmente fue el nazismo y las
consecuencias que trajo consigo, recurriendo a la empatía y el respeto. Fin del
aparte.
Ella asiste, como cualquier otro maestro,
a las reuniones diarias del profesorado en las que comentan el ambiente de la
clase, cómo se ha desarrollado el día, dificultades de algún alumno, nueva
propuesta de actividades y muchas más otras cosas.
De haber algún problema con un
alumno, se convoca a los padres cada cierto tiempo (proporcional a la gravedad
del problema: si tu hijo no tiene ninguna dificultad acudirá menos que los
padres cuyo hijo presenta alguna complicación), pero el niño siempre está también
presente en estas reuniones.
Otra cosa que me llamó la atención
fue que el propio alumnado es el que marca las normas y los «castigos»,
evidentemente supervisado por los profesores. Si quieren implementar una norma
o un castigo inadecuado, el profesor les explica que eso no es posible y tienen
que buscar otras soluciones y alternativas. Esto facilita el trabajo del
profesor porque, al haber participado en la creación de las normas, es más
fácil que cumplan con ellas y que insten a sus compañeros a hacer lo mismo.
Otras actividades en las que
aprender y fomentan la sensación de comunidad son cocinar juntos. Todos los
martes preguntan «¿qué comemos hoy?», entre todos deciden qué van a comer, van
a la compra, cocinan y comen todos juntos. Le pregunté a mi amiga si la comida
estaba rica y me respondió que lo importante era que aprendían sobre economía,
cocina, convivencia, etc. Lo que yo entendí era que no.
Me parece una enseñanza muy interactiva y enriquecedora para los niños. Por desgracia, ella solo se encarga de los más pequeños, por lo que no sabe a ciencia cierta cómo se desarrollan las actividades de aquellos estudiantes más mayores. No obstante, viendo la base del centro de «libre aprendizaje» creo que los alumnos aprenden un montón de cosas de una manera creativa y con mucha motivación.
(Mi otra amiga acaba de empezar hace
poco con las clases, así que una vez se integre en su centro y me cuente qué
tal actualizaré el post).
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