Más que un profesor
Cuando eres profesor hay ciertas cosas que deberías tener claras. Una de ellas es la asignatura que vas a impartir y lo perfecto sería que sea aquella para la que has estudiado, aunque sabemos que no siempre es así (un año en mi instituto, la profesora de música nos dio francés porque era la única que lo había dado en el instituto y, por lo tanto, la que más sabía del profesorado disponible en el centro; otra cosa no, pero La Marsellesa nos la aprendimos de memoria).
No obstante, en ocasiones no solo
tienes la carta de «profesor de Lengua y Literatura» sino que también tienes en
la mano «tutor de 2ºA». Y no es que siendo solo su profesor no te fueran a
importar esos alumnos, pero es que ahora les tendrás un cariño extra, al fin y
al cabo, los ves una hora más a la semana.
Así que, ¿cómo debería ser el tutor
ideal? Supongo, que lo principal de un tutor es que sepa adaptarse al grupo que
le haya tocado, ya que cada estudiante es único y cada clase incomparable.
Lo primero que me vino a la mente
fue que el tutor tenía que ser comprensivo, cercano, empático, paciente y
resolutivo. Los estudiantes no suelen contar sus problemas a los adultos, ya
que no los ven como personas de confianza o tienen miedo a la reacción de este:
¿se va a enfadar, se va a burlar de mí? Creo que el tutor tiene que crear un
clima de confianza para que el alumnado se sienta cómodo, que se comprometa con
ellos, pero, al mismo tiempo, comportarse de una manera asertiva.
Al poner las ideas del grupo en
común, también surgieron otras cualidades. Lo primero en lo que coincidimos es
en que el tutor tiene que escuchar, porque en ocasiones los adolescentes solo necesitan
poder desahogarse y que sientan que lo que están contando tiene un receptor.
Además, tiene que mostrar entusiasmo
por lo que hace y de esta forma, conseguir levantar pasiones, que los alumnos
se sientan motivados. Sería positivo que fuera creativo, que pensara de una
manera original sin dejar de ser pragmático y proactivo.
Finalmente, una característica
extra que combinaría con el papel de tutor es el carisma, lo que les haría más
fácil conectar con los estudiantes, que fuera un líder, que ayudara a guiarles
en su camino, una persona a quien pudieran tener como referencia.
En definitiva, el tutor ideal es
una persona de apoyo y de ayuda, alguien que les escuche, que les motive. Que
sea aquel que traiga recuerdos positivos cuando miren al pasado porque, por
supuesto, un tutor deja huella.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que las cualidades que has descrito son imprescindibles y se nota que las manejas muy bien.
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